Publicaciones / Catálogos



Textos



Texto: Ariel Barrios / Yelosui
Junio 2016

El lugar de la imagen es el cuerpo, es el ser humano.
Hans Belting

Durante siglos las palabras tuvieron un predominio hegemónico sobre la comunicación y el pensamiento. En cierta ocasión el escritor Paul Valery  destiló su ironía al pedir disculpas  por tener que hablar sobre Pintura, para luego mofarse desde el  egocentrismo lingüístico reafirmando “Todas las artes viven de palabras” ¿Es verdaderamente auténtica esta afirmación? ¿Cómo construye el público en su mente el significado de una obra artística?
La muestra “Todo cabe en una caja” de Josefina Fossatti es una apuesta  alrededor de la (des) construcción del significado de las imágenes que a la vez dispara una exploración conceptual sobre la manera que los objetos artísticos se procesan en la mente de los receptores. Plantea una incertidumbre sobre los límites de la palabra para representar aquello que percibimos, pero desde una perspectiva en donde se intenta avanzar sobre el terreno de la duda.Todo cabe en una caja es una profundización de la artista dentro de una línea de producción que tiene un largo recorrido en los últimos años, recordemos su anterior muestra Bildwissenschaf junto a Claudio Roveda en donde pudimos conocer un poco de su trabajo reciente.
En la serie de pinturas abstractas que presenta Fossatti desarrolla un detenido estudio del espacio con el propósito de subvertirlo, distorsionar sus proporciones, traspasar sus límites, involucrar la experiencia del espectador para posibilitar nuevas reinterpretaciones. Es un sendero por campos de colores que concentran nuestra mirada para conducir a un paisaje con formas  dinámicas, impulsadas por una ilusión de profundidad  generada por la arquitectura de líneas y planos geométricos. En un estudio conformado por 23 piezas en pequeño formato, que se encuentra en uno de los paneles, tenemos una especie de  investigación visual que indaga en los procesos de creación visual como una síntesis de sus búsquedas estéticas. Si llegamos a mirar rápidamente hasta incluso podemos recrear una animación en donde aquellas imágenes estáticas se mueven agitadas por nuestra imaginación.
En algunas obras las palabras aparecen agazapadas entre la pintura esperando el momento preciso para brotar  con furia  como un géiser ardiente de significados que inmediatamente se descomponen en una secuencia de asociaciones mentales. Sin dudas esas frases trasmiten una andanada de posibles sensaciones. Es aquí cuando las palabras tan cotidianas en nuestra existencia pierden su materialidad puramente designativa para cumplir una función más amplia; no están subordinadas a representar un objeto, son el mismo objeto.
Josefina Fossatti también integra composiciones figurativas en la muestra, en ocasiones fragmentadas, con tonos acromáticos, a veces desdibujadas;  no sería extraño pensarlas como salpicadas de una realidad que todavía está por completarse. Es imposible no detenerse unos minutos en la pintura que muestra  un cordero maniatado por sus patas; es inquietante, algo incómoda y a la vez subyugante. Los planos geométricos destacando la cabeza y las patas del animal acentúan la tensión y la fuerza dramática de la imagen.
Después de recorrer la muestra empiezo a percibir  una relación de cercanía entre las imágenes y las palabras, a fuerza de arriesgar siento que están condenadas a vivir juntas en el momento de disfrutar, interpretar y pensar ese objeto simbólico que entendemos como obra de arte.  Josefina Fossatti sin dudas sigue avanzando en una línea de acción en donde el proceso de significación de las imágenes  tiene un aspecto central sobre el cual gira gran parte de su obra.
Podría pedir disculpas como Paul Valery por hablar de pintura, sin embargo haré algo mejor, los invito a contemplar la muestra y a disfrutar de ese maravilloso acto que es mirar arte. El resto de las cosas, como esta reseña, son solo palabras que caben dentro de una caja, la misma que Josefina Fossatti afirma contiene el universo infinito de todas las palabras.
Todo cabe en una caja
Josefina Fossatti
Teatro Auditorium
mayo – junio 2016



Texto: Agustín Marangoni
 Mayo 30,2016 / 0223 Cutura

Todo cabe en una caja
La artista visual Josefina Fossatti, desde su muestra Todo cabe en una caja, cuestiona la capacidad del lenguaje para construir el mundo. Sus obras no descansan en la representación de los objetos sino en el mecanismo que permite representar esos mismos objetos. En un plano abstracto, geométrico, de sugerencias cromáticas sutiles, se deja llevar por un análisis inminentemente filosófico que le apunta a la matrix de una pieza artística. Eso que está detrás de las palabras, lo que se mueve sin pausa para generar significados. La queridísima casa del ser. Ahí suceden las preguntas de Fossatti. La exposición tiene lugar en el foyer del Teatro Auditorium. La entrada es libre y gratuita, de martes a domingo, de  16:00 a 20:00. Se podrá ver hasta el domingo 12 de junio.



Texto: Ariel Barrios
Yelosui / 30 octubre, 2015

CLAUDIO ROVEDA Y JOSEFINA FOSSATTI PONEN EN MOVIMIENTO LA CIENCIA DE LA IMAGEN
En 1994 Gottfried Boehm y W. Mitchell sacudieron el mundo de la semiología publicando en diferentes lugares y al mismo tiempo dos publicaciones  que tenían el título ¿Qué es la imagen? Estos textos ponían en escena una nueva forma de relacionarnos con las imágenes, ambos concebían una concepto basado en “un giro hacía el ícono” para otorgarle una importancia preponderante a la imagen por sobre el texto, al punto de plantear una “historia de las imágenes” en vez de “una historia del arte” A partir de estos primeros acercamientos teóricos surge en Alemania una mega disciplina denominada Bildwissenschaft que puede traducirse libremente como “Ciencia de la Imagen” y que tiene entre sus objetivos un estudio más profundo de las imágenes con una metodología que abarca diversos campos del conocimiento.
No es de extrañar que Claudio Roveda y Josefina Fossatti utilicen el término alemán Bildwissenschaft para dar nombre a su última muestra, que sintetiza y caracteriza gran parte de sus líneas de producción en una búsqueda por trascender las fronteras del contenido textual, que generalmente intenta aplicarse a los trabajos visuales en la manía de otorgar un totalitario significado interpretativo a los mismos.  Como diría Robert Ryman “lo que la pintura es, es exactamente lo que ves: el modo en que está hecha y el modo en que es sentida. Eso es lo que hay ahí delante” Y en la muestra de Roveda-Fossatti tenemos una manera intensa de marcar un territorio alrededor de la fuerza que transmiten sus imágenes y que a la vez generna un desplazamiento del objeto que es visto hacía la experiencia visual del espectador que transita la sala.
Josefina Fossatti por su parte proyecta su trabajo  sobre una cartografía virtual que permite una percepción diferente de las proporciones de sus pinturas para conformar espacios imaginarios. Sus cuadros en acrílico configuran escenarios que parecían ocultos en una primera visión y luego de una detenida mirada empiezan a cobrar un sentido distinto a media que la imagen transvasa su contenido en nuestra mente. Mediante una  paleta cromática en torno a variaciones del grises, que en algunas ocasiones es interrumpido con colores más plenos como rojos, azules y verdes intensos, diseña una arquitectura geométrica que juega con los puntos de vistas representados en sus obras en donde las figuras parecen mostrar espacios en un estado de tránsito. No es raro la apuesta  tridimensional de Fossatti pensando en las características de sus pintura con mucho volumen de perspectiva, por eso uno de sus  trabajos es un objeto físico de forma lineal como si la pintura tuviera un relieve que sobresale de la pared.
Bildwissenschaft se convierte en una muestra que enlaza por un lado un estudio profundo en la composición de la imagen en donde se intenta representar una idea que está fuertemente unida a la vez a un estado emocional de percepción de la obra por parte del espectador. En palabras de Didi-Huberman  las pinturas también piensan porque son emocionales por naturaleza pero están fuerte asociadas al pensamiento racional por eso es necesario ponerlas en relación entre si. Podríamos decir que las obras de Roveda y Fossatti sensibilizan la razón para regalarnos un magnífico estudio sobre la representación visual.

Bildwissenschaft de Claudio Roveda y Josefina Fossatti
Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata Bolivar 2948






En dos líneas
Texto: Inés Drangosch - Inés Raiteri / Octubre 2013

Según la definición del diccionario, cóctel en su primera acepción es una reunión social vespertina, y en su segunda acepción es una bebida compuesta por una muestra de licores.

En esta oportunidad los significados, como metáfora, se unen, dando por resultado dos artistas que convocados por otros artistas, provocan una buena muestra, dentro de un bar generando una reunión social para mostrar su obra. En dos líneas no es casual. Con tiempos y trayectorias distintas, Josefina y Claudio arman sus trabajos y dialogan muy bien.

Vienen de la pintura, y conocen exactamente sus aspectos más formales avanzando un paso más.

Podríamos decir que ambos funcionan como espejos. No como un espejo que niega el interior al reflejar la superficie, sino como el espejo de los ojos del otro. Y aunque producen esto, solo lo hacen hasta un punto, no pueden llegar más lejos, combinando la confianza con la extrema moderación. Los dos se unen en un lugar donde aquello que queremos ver, aparece y desaparece, haciendo que eso que pensamos y sentimos no sea certero. Y realmente se capture cuando hace su aparición.

Íntimos, efectivos, los trabajos develan al espectador furtivo un tiempo para descubrirlos e identificarse en el acto inicial de contactarse con el arte.






“La ropa volada”  / Josefina Fossatti
Claudio Roveda / 25 de marzo de 2013

De golpe me nació una pregunta: Podría escribir algo sobre la obra que todavía no hizo un artista???? Se puede escribir sobre lo que está por venir- dejando en claro que uno es un observador- y los elementos a describir son sólo información proporcionada por el creador ¿??? Se puede ¿???
Si, se puede…

Conocí a Josefina Fossatti en una etapa de pleno cambio, sus obras tenían un aire académico refugiado en figuras humanas que decía haber tomado ya, en sus épocas de la Pueyrredón. Recuerdo que tomó una decisión para aquel momento, su cumpleaños allá por agosto de 2010, de empezar a pintar en serie. Y lo hizo, con la salvedad, que el academicismo comenzó a morir ese mismo día en ella.

La estrategia a mano era la destrucción de todo lo que estuviese cómodamente armado en su cabeza, para apreciarlo así, en bruto, diseccionado sin contemplaciones y volviendo a rearmar desde otros criterios, entre los que se destacaban mucho de intuición y algo del academicismo formal y equilibrado que dictan los libros, y que a veces están tan lejos de algunas posturas ideológicas firmes. Y Josefina las tiene  justamente.

Fue mutando su obra entre fragmentos de grises y negros y blancos  hasta que apareció algo de color, y luego algún papel pegado, y demás, y todo pasaba sin tanto que poder decir sobre ello.
Siento que fue así para ella todo el  tiempo, la duda de saberse dónde va uno, dónde termina, en qué?

En largas conversaciones sobre el tema, íbamos y veníamos sobre lo mismo, yo escuchaba que se afirmaba en algún concepto que modificara todo, y luego se nos desvanecía en pocos días, al observar las telas. La obra era impecable desde montones de lugares, lo terrible era verla a ella con un dejo de frustración, porque algo -o mucho- nunca cerraba.

Hasta que un día me mostró una libreta llena de anotaciones y dibujos.

Son esos días en la vida, donde se siente el ruido del quiebre, el crac¡¡¡¡ retumbó en mi y en ella. Allí mismo empecé a pensar que era factible que nadara en aguas no muy  claras, con ese  éxtasis que nos provoca lo desconocido, a los verdaderos artistas.

Ya aparecieron otras armas, el dibujo resurgió con desparpajo y la pintura amainó en su avance pleno de comodidades. Todavía sigo describiendo. Aún no entré responder la pregunta del principio de este escrito.

Sentí salir de su  boca, la frase “la ropa volada”. Todo un presagio de lo que viene, una metáfora de la acción a la que debe recurrir para encontrar el camino.
La valiosa decisión de analizar una frase que parece extraña en la definición misma del concepto que encierra. Ella dice que hay más, que ya van a llegar y estimularán  la acción.

Basada en escritos que ya esta registrando como valiosos, empiezan a tejerse maneras distintas de abordar su producción. Salió recientemente a caminar a orillas del mar para seguir convenciéndose del método, ése nuevo que le ordene todo, y entonces aparecen sus pasiones mas exacerbadas, aparecen las palabras en las obras, los proyectos de videos cortos, que seguro hará en breve, las imágenes de sombras, los escritos referenciales. Borges en todo su esplendor, Simóne de Beauboir, Grippo, y tantos otros.

La ropa  volada, el tendedero, la cuerda y un broche como testigo de lo que ya no está sostenido desde arriba. El piso que ahora soporta como último escollo el camino de vuelo  recorrido.
Metáforas.
Todas  metáforas  a descifrar. Llega el concepto a definir su estado esencial.
Transita hoy por un territorio fértil, basado principalmente en querer ser lo que siente.
Relata situaciones, habla de cuadriculas con contenidos interrelacionados, se vienen las instalaciones, los despojos de información formal, los dibujos indiscriminados, los minutos y segundos vividos a un ritmo descomunal. Comienza en su pensamiento a desarmarse ella, para volver a armarse, apoyada en sus vivencias, ya no es mas romper una modelo y armarla con elegante estética. La que se rearma es ella en toda su dimensión.
Comienza a aclararse el  panorama.
Camina sobre la certeza del despojo en primera instancia. Fluye en pensamientos personales, asume la ruptura y se ilusiona.
Ya imagino sus obras nuevas, ya las recorro solamente al contármelas, ya estoy ansioso por verla en su esplendor, por verla a ella realmente…





Intencional – Incidental / Octubre 2011
Texto: Pablo Klappenbach

                                                                                                              “La mesa de trabajo de Francis Bacon era obsenamente colorida.
                                                                                                               Como su dueño, quien pintaba vestido de impecable traje inglés,
                                                                                                               era en realidad desenfrenada, sensual y complaciente,
                                                                                                               y rezumaba los colores que puede abarcar una vida.”

                                                                                                               Aristid Elleberger – Simón o los cuadernos



Dice Werner Herzog que la estética siempre debe ser concomitante al material primario que la cámara filma. A veces, lo intencional es, a pesar suyo, una metáfora desordenada, salvaje e inescrupulosa, que cuela desequilibrio por los intersticios prolijamente dispuestos para tocar a quien mira. Como si se invirtiese la carga, y la razón, superada por la pasión se volviese menos opaca, menos atada a quien la enuncia.

Es notable la manera en que la obra de Josefina Fossatti logra presentarse como una dualidad, que lejos de mantener un equilibrio, resume la lucha entre lo arbitrio y la entropía.

Un orden siempre está condenado, contiene apenas surge, la simiente de su propio final. Y existen por lo menos dos maneras de pararse frente a ello.

Una, es asir con desesperación los cables que se sueltan deshechos y hacer nudos cuyo destino correrá variado albur. Entonces, es probable que sigan días de reconfiguración material y replanteos, de una pausada y dolorosa vuelta a casa.

El otro modo, es el abuso del desorden. La naturalización de esa dualidad y la trampa que se ofrece al desatino,  la voluptuosidad y a todo aquello que Niestzche alguna vez llamó lo dionisíaco. Se lo ve venir, y en lugar de temerle, se lo alienta. Cuando Dionisios cree haber encontrado su lugar, se lo traiciona y es allí cuando uno está habilitado a ser, al mismo tiempo, protagonista y testigo de un maravilloso choque.

De la dura prueba que presupone este encuentro entre mesura y desmesura es desde donde surge la verdadera metáfora en la obra de Fossatti; aquí lo intencional es materia de construcción cuidadosa y a la vez, pantomima deliberada y gozosa de una sensualidad y erotismo hermosamente inquietos.





Yelosui / 28 Marzo, 2016 (fragmento)

LOS ARTISTAS AUTOGESTIONADOS DE MAR DEL PLATA, EL SUEÑO DE LO POSIBLE

Un circuito de arte contemporáneo gestionado por los propios artistas viene adquiriendo un ascendente protagonismo en Mar del Plata. Son espacios alternativos que nacieron como respuesta a la falta de lugares institucionales para muestras y programas de perfeccionamiento.
¿Cuándo se vuelve un artista gestor? El día que decide transformarse en hacedor de sus propios proyectos. Generalmente proceden de un vacío que deben cubrir de alguna manera, a veces se convierte en una oportunidad para otros, porque su acción tiene una importante dinámica de transformación social. El artista gestor es un jardinero que se encarga de cultivar nuevas especies en un vivero cultural. Tiene a su cargo diversas tareas como búsquedas de fuentes de financiamiento para sostener sus emprendimientos, selección de artistas que formarán parte de su colección, impulsar redes y alianzas de colaboración, encargarse de la comunicación y difusión de sus actividades, generar programas de perfeccionamiento y organizar una agenda artista para impulsar su espacio. No es una actividad sencilla, incluso a veces debe ceder parte del tiempo que necesita para su tarea de creación, pero la autogestión artística es una práctica que puede verse como una obra en sí misma.

El Querido / Arte Contemporáneo
Durante un buen tiempo los artistas Josefina Fossatti y Claudio Roveda estuvieron pensando en un proyecto artístico que permitiera desarrollar un espacio que actué como una base para explorar los caminos del arte contemporáneo a todos aquellos que tuvieran la necesidad de transitarlos. Así surgió “El Querido / arte contemporáneo” un nuevo punto de encuentro ubicado en Viña del Mar 1084 bis en el Barrio Mundialista, una hermosa casa con un jardín que invita a la contemplación. El Querido muy pronto se convirtió en una referencia destacada para el perfeccionamiento de los artistas locales con el lema “ponete en duda” una manera de estimular el crecimiento profesional. Tienen a su cargo los Martes Experimentales (EL MEX), un taller de producción que tiene como propósito trabajar sobre la obra en proceso con una mirada contemporánea. Al MEX hay que sumar el Grupo de Reflexión, Análisis y Producción de Arte, más conocido por su sigla GRAPA que consiste en un colectivo de artistas que participan de una clínica de análisis de obra. GRAPA es uno de los proyectos artísticos contemporáneos más interesantes dentro del escenario del arte autogestionado de la ciudad de Mar del Plata. Todos los años el colectivo GRAPA realiza una muestra grupal a modo de síntesis de todo aquello vivido y experimentado en el proceso de aprendizaje.
Algunos de los artistas que forman parte de GRAPA son Patricia Traverso, Florencia Reisz, Facundo Miranda, Carolina Wacker, Nicolás Berenz, Claudia Ecenarro, Claudia Sabal, Mariana Ben, Soledad Rebaudi, Mauricio Escalada, María Mackeprang, Juan Ignacio Echeverría, Laura Manino, Florencia Saez, Pablo Silva, Natalia Beresiarte, Luciando León Liguori, Lole Remón, Loli Kloberdanz y Facundo Lugea






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